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tres lugares top secret






LA CABINA DE UN AVIÓN
Detrás de una puertecita metálica se esconden los aparatos que permiten cumplir el mayor sueño de los humanos: volar. En dos metros cuadrados se apeñuscan alrededor de cien botones, palancas, instrumentos de comunicaciones y computadores de una complejidad inesperada. El avión de esta foto es un Embraer 190, con motores de General Electric CF 34.
Lo más sencillo a la vista es el stirring control (1), la barra que mueve al avión en tierra. Pero en realidad la cabina es una verdadera ciencia: en el panel frontal se administran los trenes de aterrizaje, los flaps, los slats y los spoilers de las alas y las aletas.
En medio del piloto y el copiloto hay un pedestal (2) con el cerebro del avión (los datos de vuelo, las rutas y la navegación), los suiches básicos de encendido e ignición, las cajas de audio, elementos para emergencias y los frenos y el acelerador -que no son pedales sino botones-.
En el panel superior (3) están las alarmas, el control de presurización, las bombas hidráulicas que alimentan los sistemas en tierra, el control de luces exteriores, la planta auxiliar eléctrica y el control de combustible. Frente a los aviadores está el Digital Flight Guidance Pannel, que indica las aerovías y la información primordial en pantallas LCD. Y esto es sólo lo que se ve por encima.
Agradecimiento a Copa Airlines.
LA BÓVEDA DE LOS DÓLARES INCAUTADOS
El Banco de la República almacena todo el dinero depositado de Colombia: desde la plata que se consigna diariamente en los bancos hasta los dólares que se incautan en operaciones contra el narcotráfico. Dentro del enorme edificio destinado para esta complicada labor, todas las medidas de seguridad son extremas, tanto que a partir de un punto en el recorrido ningún ser humano tiene acceso.
Absolutamente todos los procesos de reconocimiento, almacenamiento y organización son realizados por robots y controlados por computadores que, en teoría, son infalibles e incorruptibles. El 2 de septiembre de 2010, la Policía de Bogotá encontró una caleta con 24 millones de dólares, que al parecer pertenecían al "Loco" Barrera y a narcos mexicanos.
En esta foto se encuentra apenas la mitad de esa cantidad, contenida en un carro de seguridad provisional después de ser extraída de un gran contenedor por uno de los robots que administran las bodegas. En dos metros cuadrados, los billetes están empacados en bolsas plásticas para intentar aislar al papel de la humedad y que pueda esperar a que terminen los procesos de extinción de dominio para poder destinarse a las arcas del Estado.
Por ahora, cientos de millones de dólares esperan en estas cajas a que la justicia les permita volver a circular.
Agradecimiento a la Dirección Nacional de Estupefacientes.
LAS RESERVAS DEL MUSEO NACIONAL
Guardar los objetos que han marcado la historia de Colombia es un proceso más delicado de lo que se piensa. En la museografía no importan únicamente los criterios de selección o curaduría sino que se deben cuidar procesos de almacenamiento y llevar una organización minuciosa.
El Museo Nacional de Colombia conserva en su colección alrededor de 11.000 piezas, entre obras de arte y objetos históricos, que se preservan en contenedores libres de ácidos, en muebles metálicos con pinturas inertes que no se pudren y controlando factores como la luz, la temperatura y la humedad para que no sufran ningún daño.
Todo está separado por materiales: los papeles, los textiles, los muebles, las esculturas y los objetos decorativos se incluyen en bases de datos y se analizan constantemente para mantenerlos estables, alejados de cualquier contaminante. En medio de las salas de exhibición, el Museo Nacional ha tenido que destinar cualquier recoveco al almacenamiento de sus piezas, adecuando cada metro cuadrado a una misión para la que no fue construido el edificio -originalmente el Panóptico fue una cárcel-.
Por último, en estas bóvedas, lo más importante es la seguridad: la colección es, literalmente, invaluable.
Objetos como el traje que tenía puesto Luis Carlos Galán cuando lo asesinaron (1), la camisa que usó Gabriel García Márquez para recibir el Nobel, los cubiertos de la casa de Francisco de Paula Santander (2) y la camisa de Lucho Herrera en el Tour de Francia (3), se almacenan en cajas y anaqueles inertes donde se cuidan la temperatura, la humedad y la luz.

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